Homenaje a un héroe desconocido.
Stanislav Petrov evitó el solito la 3ª guerra mundial (si la guerra atómica) Toda su historia la puedes leer en la wikipedia yo quiero pararme a pensar en tremenda responsabilidad y la inteligencia que demostró no pasandoles la pelota a los políticos de turno.
A unos 50 kilómetros al sudoeste de Moscú se encontraba el búnker de Serpujov-15, donde se centralizaba la información proveniente de los sistemas de alerta de la URSS (Союз Советских Социалистических Республик (СССР)) ante posibles ataque a su territorio con misiles intercontinentales. El deber del oficial a cargo era el de validar cualquier alerta surgida del sistema e iniciar el procedimiento de represalia (disparar los propios misiles contra el enemigo). Una vez iniciada la respuesta, el Kremlin tenía entre diez y doce minutos para cancelarlo. Siguiendo la política de dispara primero y pregunta después.
En la noche del 25 al 26 de setiembre de 1983, el oficial al mando era un teniente coronel de 44 años, llamado Stanislav Petrov. A las 0:15 del 26, las computadoras interpretaron un destello detectado sobre Montana, EE. UU., por uno de los nueve satélites Oko («ojo») como señal de que un misil había sido disparado hacia la URSS. Stanislav creyó que se trataba de un error: un ataque con un solo proyectil no tenía sentido. ¿Qué presidente norteamericano lanzaría un solo misil contra la URSS, sabiendo que la respuesta serían miles y miles? Petrov sabía que la fiabilidad del sistema, y que la posibilidad de un fallo no era despreciable: la computadora M-10 no era de lo mejorcito. Además los satélites Oko habían sido puestos en órbita más para simular ante los norteamericanos la existencia de una sofisticada red de alerta que para organizar una defensa eficaz.
Poco tiempo después, los sistemas advirtieron que un segundo misil había sido disparado. A esta alarma le siguieron rápidamente tres más: ahora, tal vez había cinco misiles viajando con su carga de destrucción hacia territorio soviético. Los radares no podían detectar blancos más allá de la línea del horizonte; para cuando estuvieran en condiciones de confirmar o negar el ataque, podría ser muy tarde como para responderlo. Petrov no tenía otra información disponible más que las cinco alertas; intuía que eran otros tantos fallos del sistema, pero ¿si no lo eran? Estaba consintiendo ni más ni menos que la devastación de su propia nación. Por otra parte, si iniciaba el procedimiento de represalia, existía una probabilidad muy elevada de que el mismo terminara desatando un contraataque total inmediato. En cualquiera de los dos casos, ello equivaldría a la muerte de millones de personas.
En Serpujov-15 la tensión crecia, y Stanislav Petrov debía estar bajo una presión y un nerviosismo brutales. Sin más información que la que le brindaban las computadoras del búnker, Petrov, con el corazón en la garganta, decidió confiar en su intuición y avisó a su superior, el general Yuri Votintsev (encargado de despertar al Ministro de Defensa, Dimitri Ustinov) que el sistema había emitido una falsa alarma. Los cinco minutos que pasaron hasta que fue evidente que Stanislav Petrov estaba en lo cierto debieron ser infartantes.
El resultado es que ante situaciones de intensa crisis las normas escritas resultan insuficientes y rara vez preveen la situación real. En cierta ocasion Stanislav explicó que su mujer le preguntó que había hecho y este le contestó «no he hecho nada» lo cual es la pura verdad y al mismo tiempo lo que había que hacer.
Pudes ver el preview de un documental sobre el tema en: The Red Button & The Man Who Saved The World
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